El océano fuera del barco

Ella me miró, y sus ojos me parecieron túneles hacia ningún lugar. Sentada delante de mí era la viva imagen de la devastación. En esos momentos, más que nuca, guardé silencio. El silencio lo dice todo, sin decir nada. Tal vez sea el único mensaje posible y realmente sanador, siempre a mano, siempre acertado y seguro. El silencio estableció un vínculo entre nosotros -que no nos conocíamos- y lo más importante: nos permitió crear un espacio fructífero en una tierra aparentemente estéril. Entonces lo primero que apareció fue una tímida y pequeña Serenidad, después una descreída y casi transparente Sonrisa, finalmente el túnel sin final de sus ojos se fue haciendo Pasillo, un pasillo hacia su alma. Todo había cambiado. El silencio siempre funciona, y esta vez funcionó como una de esas bombas que achican agua en los botes salvavidas. Porque el océano se puede navegar solo si está fuera del barco.

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